CLARO QUE HAY SOLUCIÓN, SÓLO QUE AÚN NO LA HAS ENCONTRADO

martes, 1 de noviembre de 2016

Adiós protocolos

Una de las cosas con las que estoy peleando en estos días son los protocolos. Te preguntarás a qué me refiero cuando hablo de protocolos. Si eres una persona que lucha a diario contra su obesidad identificarás los siguientes pensamientos:

Me he pasado comiendo... pero ahora toca el postre y el postre es sagrado. Luego tengo que merendar... aunque ahora mismo me reviente la barriga de todo lo que he comido y, por supuesto, nada de cenar un yogourt si me he pasado a medio día... tengo que cenar como Dios manda.

Esa es la frase que bendice nuestros protocolos: como Dios manda:

Un desayuno como Dios manda,
Una merienda como Dios manda,
Un postre como Dios manda
Los dos cafés del día, como Dios manda
la galleta o pastelito con el café como Dios manda...

Y luego están los protocolos de temporada: me refiero a las costumbres, es decir, la torrija de semana santa, el pestiño de pascua, el mantecado de navidad, el arrope de otoño...

Los protocolos tienen un inconveniente y es que no nos permiten ser flexibles. Las personas obesas tenemos muchas piedras en el camino: las fiestas, nuestra propia hambre, la alimentación de que disponemos, el dinero con el que contamos, los propios gustos...

y encima, los protocolos. 


¿Realmente necesitas comer postre? ¿tienes que cenar como Dios manda si te has pasado a medio día? ¿Tienes que tomarte tu café por religión? No creo que Dios mande tantas cosas. Es nuestro cerebro el que manda y nuestro cerebro no se cuestiona... sigue con sus viejas costumbres, esas costumbres que engordan.

Si aprendiéramos a identificar y cuestionar todos los protocolos, seríamos capaces de ser más flexibles y si hoy he ido a una boda y he comido mucho a medio día no tengo que cenar como Dios manda sino como el DÍA MANDA.

Así que voy a hacer un compromiso personal con vosotros y voy a eliminar uno de mis protocolos... me resulta tan difícil siquiera pensar en ello que tengo que pensarme muy bien cuál me voy a saltar para poder cumplir mi compromiso con eficacia. Permitidme que empiece con uno que a veces me salto pero que a partir de hoy voy a erradicar de mi vida y es el postre del almuerzo. A partir de hoy no voy a comer ningún tipo de postre. Cuando lo tenga vencido, es decir, cuando deje de maldecir el día que se me ocurrió haceros esta promesa, os lo comunicaré y me comprometeré con vosotros a erradicar otro hasta que no tenga ninguno. Si te apuntas a este reto, haz un comentario debajo de este artículo pero recuerda que es sagrado. Si lo haces es para llevarlo a cabo. Si no, no escribas nada. 

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