CLARO QUE HAY SOLUCIÓN, SÓLO QUE AÚN NO LA HAS ENCONTRADO

martes, 30 de agosto de 2016

No hay cuerpos imposibles, pero sí hay mentes capaces

Hace unos meses leí por primera vez este mensaje en un tweet: "No hay cuerpos imposibles sino mentes incapaces".
Resultado de imagen de no hay cuerpo imposible sino mente incapaz
Más tarde escuché un podcast de un muchacho que inició una empresa de productos alimenticios para deportistas y que comentó que el primer lema de su empresa fue esa frase: "No hay cuerpos imposibles, sino mentes incapaces". Me ha sido imposible encontrar el nombre de la empresa para poder ser justos y darles la publicidad que se merecen ( si la encuentras, escríbeme a anaislibre@gmail.com, por favor) y se la merece porque la inició un adolescente que ahora dirige un gigante porque persiguió un sueño y eso me produce mucho respeto.

Si gogleas la frase, te darás cuenta de que muchas personas la utilizan. Desconozco si es porque el lema llegó muy lejos o porque aquella empresa adoptó el lema como propio siendo de otro autor.

No lo sé, lo que sí sé es que sospecho que cambiaron el lema por el mismo motivo por el que el tweet ha sido tan criticado y es porque se deduce de su lectura que aquellas personas que no tienen un cuerpo perfecto es porque son deficientes mentales.

No es eso lo que trata de decir la frase, lo que ocurre es que la palabra "incapaz" es muy desacertada. Creo que lo que intenta decir el mensaje es que la verdadera limitación no está en el cuerpo sino en la mente... pero la mente también puede romper esa limitación... por tanto no es incapaz.

He tratado de buscar la palabra perfecta para reformular el mensaje pero he de confesar que cuesta bastante. Sería algo así como "no hay cuerpo imposible sino mente que que cree que el cuerpo es imposible"... pero ¿con qué palabra resumes eso de que la mente piensa que el cuerpo es imposible?

No hay cuerpo imposible sino mente engañada
No hay cuerpo imposible sino mente autolimitante (no puede ser mente "limitada" porque eso implica que la mente no puede cambiar y en realidad... sí que puede cambiar).
No hay cuerpo imposible sino mente cegada (por la misma razón no puede utilizarse "ciega").

Una persona obesa, que no tiene el cuerpo perfecto sino más bien lo contrario, cuando lee esa frase, enseguida piensa que si no tiene un cuerpo perfecto es porque es débil, su mente es incapaz y que por eso jamás va a conseguir su sueño de estar delgada cuando en realidad, la frase lo que quiere decir es que si cambias de forma de pensar puedes conseguir tu objetivo.

Pero la clave de todo esto es: ¿y cómo elimino las barreras de mi mente que en este momento me están impidiendo conseguir mi objetivo?

Creo que la mejor manera sería empezar a pensar que, efectivamente, no es imposible tener el cuerpo que deseamos o, mejor dicho,... que es posible y, si es posible, entonces es posible llegar a conseguir los esfuerzos físicos necesarios para alcanzar nuestro objetivo pero para vencer un gran obstáculo, debemos dividirlo en partes y tratar de vencer esas partes una a una.

Así que, si eres como yo, una persona obesa que pelea por vencer de una vez por todas su obesidad vete a google, pon "cuerpo esbelto", elige el que más te guste tener y a partir de ahora ése es tu cuerpo. Mira esa foto y empieza por la parte que tú quieras, por ejemplo las piernas y decide que a partir de ahora vas a trabajar tus piernas hasta conseguir las de ese cuerpo. Cuando termines con las piernas, sigue con otra parte... empieza por las facilitas y poco a poco podrás alcanzar las difíciles... (que no imposibles). Cambia formas de comer e introduce ejercicios nuevos cada día... hasta que esa foto y la de tu espejo, sean iguales.

¡No hay cuerpos imposibles.... y tampoco hay mentes imposibles!

domingo, 10 de julio de 2016

Céntrate en un objetivo real: comer menos.

Ya sé que odias que todo el mundo te diga que si quieres adelgazar tienes que comer menos. A mí también me da coraje que la gente me diga que como demasiado porque, en realidad sólo como cuando tengo hambre y parece que el hambre es un diablo que sólo quiere amargarme la vida.

Sin embargo, hay una gran diferencia entre buscar como objetivo que algo te adelgace comas lo que comas y buscar como objetivo una ayuda para comer menos. Nuestro objetivo debe ser siempre el segundo.

Te puedo dar una razón solidaria y, yo creo que la más importante y es que si realmente existiera un remedio eficaz (que no existe) que nos permitiera comer todo lo que quisiéramos y a su vez lucir un cuerpo delgado, seríamos organismos ineficientes. Devoraríamos los recursos de este planeta sin compasión, sin un límite ni siquiera físico. Haría falta talar muchos árboles para crear campos donde sembrar todo lo que zambulliríamos. Viviríamos sólo del placer de comer y eso no es justo para este planeta como tampoco lo es para la creciente cantidad de animales que mataríamos (siendo hoy por hoy ya una matanza terrible).

También te voy a dar una razón científica: estamos muy lejos de conseguir ese objetivo. Estoy convencida de que antes de que lo inventen tú y yo, estaremos en un ataúd talla XXL. Después de haber leído unos cuantos estudios sobre la obesidad, me he dado cuenta de que hay tantas sustancias, mecanismos y reacciones químicas y físicas que actúan en el proceso de alimentación que después de décadas de estudio todavía ningún laboratorio ha dado con la clave para adelgazar comiendo como burros ni lo hará en otras tantas décadas. Sin embargo ya existen sustancias que inhiben el apetito.

Resultado de imagen de glotonTambién te puedo dar una razón económica: comer menos siempre es gastar menos y además permite ahorrar en todos los productos que hoy por hoy se venden como productos milagro. Si centras tu objetivo en comer menos, serás más acertado en los productos que compras. Por ejemplo, ¿qué es mejor, café verde o glucomanano? El primero te promete adelgazar comas lo que comas y el segundo es una fibra que se infla en tu estómago para comer menos. Si tu objetivo fuera comer menos, sabrías qué productos debes consumir.

Estoy convencida de que existe también una ley de la naturaleza que lo impide. La naturaleza es muy sabia y siempre busca el equilibrio entre las especies. Si una de ellas fuera capaz de comer sin límites y sin enfermar, se rompería ese equilibrio.

Y, por supuesto, también estamos bien lejos de conseguir que, aunque existiera el famoso producto milagro que lo consiguiera, nuestro organismo se mantuviera sano. Al no tener frenos en la ingesta de grasas y azúcares, la cantidad de toxinas en nuestro organismo sería muy grave. La acidez excesiva, el ácido úrico, la resistencia a la insulina... ese producto milagro no podría atajar todos los inconvenientes de comer en exceso.

Comer sin limitaciones y estar delgado a la vez es hoy por hoy una meta inalcanzable y no deberíamos enfocar nuestros esfuerzos en conseguirla. No es justo para nadie, ni siquiera para nosotros mismos pero sobre todo para quienes pasan hambre y para los animales y las selvas que masacramos comiendo. Nuestro objetivo más fácil de alcanzar, saludable para tu organismo, solidario con otras personas, con el planeta y con los animales es comer menos. Si mantienes ese objetivo es más probable que lo consigas enfocando todas tus acciones en él mientras que si no tenemos claro el objetivo y compramos productos que nos venden adelgazar sin sacrificios, es menos probable que consigamos alcanzar una rutina de cantidades adecuadas para nuestra salud.


viernes, 8 de julio de 2016

Que en tus dulces no haya grasas

Esto que te voy a escribir hoy me ha obligado a repasar el ebook "Piensa y Adelgaza" y volver a reescribir una parte porque es un sorprendente descubrimiento que me ha parecido muy valioso incluirlo. Hace relativamente poco se ha hecho un estudio sobre ratas que ha arrogado una interesante conclusión. En el estudio se seleccionaron tres grupos de ratas: el grupo "glucosa", el grupo "queso" y el grupo "tarta de queso".

Al grupo glucosa, se le alimentó, como es lógico de azúcar. El grupo queso sólo comió grasas y el grupo tarta de queso comió una mezcla de las dos. Tras el estudio, se descubrió que las ratas "glucosa" y "queso" comían sólo lo que necesitaban para estar saciadas pero las pobres ratas "tarta de queso" no podían parar de comer y llegaron a la obesidad. La mezcla fatídica de grasas e hidratos de carbono provoca que el sistema de recompensa se atrofie llevando a una ingesta desproporcionada de estos alimentos.

Si observas, todos los alimentos de los que te resulta muy difícil librarte, son una exquisita mezcla de estos dos ingredientes. Piensa en cualquiera y te darás cuenta de que tienen una mezcla: hamburguesas, pizzas, tartas, nata montada, helados, chocolate (especialmente el chocolate con leche que es el que más gusta), bocadillos, platos con salsas e incluso hasta las ensaladas.... absolutamente todos tienen una mezcla de estos dos ingredientes y la consecuencia de eso es que no puedes dejar de comerlos.

Por eso, he aquí una nueva norma que debes introducir en tu dieta para siempre y es que cuando comas grasa, sólo grasa y cuando tomes hidratos de carbono, sólo hidratos. Es una norma muy difícil de aplicar, ya te lo dice la poca experiencia que llevo y el motivo es que la mayoría de los platos del almuerzo tienen una peligrosa combinación de ambos. Así que no podrás ser estricto pero intenta ser lo más estricto posible.

Si tienes ganas de dulce, toda exclusivamente dulce: avena con miel, frutas, arroz integral con miel de caña o sirope de ágave... en fin, todo lo que se te ocurra pero que lleve cero grasas. Lo notarás enseguida porque no está tan sabroso y el apetito se te va enseguida. Te parecerá excesivamente dulce y eso es muy bueno porque querrás terminar enseguida.

Lo mismo te digo de las grasas: combínalas con proteínas pero nada más (muchos vegetales tienen hidratos). Estos alimentos te costarán mucho más trabajo porque a un aguacate podrás echarle aceite de oliva pero no a un tomate, como tampoco  a una paella o a unos macarrones. Resulta casi imposible aderezar una ensalada sin aceite. Si no puedes evitarlo, procura que la proporción de aceite con respecto a hidratos sea la menor posible.

Si no está endiabladamente sabroso vas por buen camino. Te diré por qué. Imagínate que coges la nata de la leche y te la bebes tal cual.... estoy segura de que no te parecerá atractivo. Ocurre lo mismo con el azúcar. Comerte un terrón de azúcar resulta muy desagradable... sin embargo no dejarías de tomar una buena nata montada azucarada ¿a que no? Pues ya sabes cuál es el motivo y también sabes que por esa razón... debes aportar por lo que no está tan bueno.


Descarga la quía a través de este enlace: Piensa y Adelgaza

miércoles, 8 de junio de 2016

No es hambre... es acidez

Resultado de imagen de leche de almendrasMuchas veces sentimos acidez en el estómago porque hemos desayunado algo ácido, como un café. Entonces comemos para calmar esa acidez. Si consiguiéramos que nuestra dieta no diera lugar a esa acidez nos ahorraríamos muchas comidas que no están satisfaciendo el hambre sino el malestar estomacal y eso es ahorro de calorías. Al fin y al cabo todas las calorías cuentan. Así pues, considero interesante que después de una comida que puede producir acidez tomemos un alimento que neutralice esa acidez.

Un ejemplo pueden ser dos o tres almendras, un yogourt, una porción de queso, dos o tres dátiles, leche de arroz...

jueves, 26 de mayo de 2016

La pelimarcha: cómo incorporar deporte en tu vida sin cambiar la rutina

Resultado de imagen de runningA lo mejor te pasa lo que a mí, que cuando dices que odias hacer ejercicio en realidad te encanta. Te gusta bailar, hacer aerobic, dar paseos, nadar, hacer senderismo... lo que no te gusta es salir a la calle, tener que romper tu rutina para vestirte, ir a un sitio, ejecutar el deporte, ducharte, volverte a cambiar y volver a casa. Si es así, hacer deporte no es un obstáculo, en realidad, puedes hacerlo en casa. Para eso te daré un truco muy sencillo: abre el ordenador, pon Youtube en el buscador y busca vídeos de rutinas de ejercicio. Ni siquiera tendrás que pensar cómo hacerlo. La oferta es impresionante. Y si te aburren las rutinas, busca clases de danza y te divertirás de lo lindo.

A lo mejor te pasa lo que a mí, que tampoco tienes mucho tiempo para dedicarle al deporte porque tienes mucho trabajo. Yo me levanto por las mañanas, me siento en el ordenador y estoy sentada delante de él hasta la hora de dormir. Sólo paro un poco después de comer y después de cenar.

Por eso he inventado la pelimarcha, un truco que te encantará. Pero antes de explicarte en qué consiste tengo que ilustrarte sobre el desgaste de calorías cuando se hace ejercicio.

Recientemente he visto un reportaje sobre este asunto donde se hacía un estudio con tres familias. A una de ellas se les invitaba a hacer ejercicio duro. A una segunda familia, se les ponía a hacer una actividad moderada y pasaron todo el día limpiando la casa y a una tercera familia les sentaron en el sofá para no hacer nada.
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Sólo por respirar y por la actividad de tu organismo se gastan energías pero el gasto era notablemente menor al de las dos familias que realizaban una actividad. Lo sorprendente es que gastaron más calorías los integrantes de la familia que hizo la actividad suave que la familia que hizo una actividad intensa.

La razón es muy sencilla y es que se empieza a gastar las calorías a la media hora de hacer ejercicio, independientemente de si haces una actividad intensa o moderada.. sin embargo, cuando haces una actividad moderada, al costarte menos trabajo mantenerla en el tiempo, es más efectiva a la hora de gastar calorías. Es decir, gastas muchas más calorías al moverte durante un tiempo prolongado.

Por eso la pelimarcha es uno de mis más efectivas soluciones para personas como yo que no quieren ni siquiera molestarse en quitarse el pijama para hacer ejercicio. Consiste en utilizar ese tiempo en el que te relajas delante del televisor después de tu dura jornada de trabajo y, en vez de sentarte en el sofá, te colocas delante del televisor haciendo una marcha moderada sobre el sitio. Intenta hacerlo durante toda una película. Es como si hubieras hecho una gran marcha y en realidad no te has movido del sitio, no te has cambiado de pijama y no has cambiado tu rutina ni un sólo ápice.

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martes, 3 de mayo de 2016

¡Coge tu culpa y corre!

Todos los días intentamos comer acorde con la dieta que nos hemos planteado pero nuestras propias debilidades consiguen que fracasemos en nuestros intentos de ser firmes. Una y otra vez caemos en las terribles tentaciones del azúcar o los hidratos o las grasas que no entraban en nuestro guión gastronómico. Entonces viene la culpa.  Es una culpa que avergüenza, que hace que te sientas mal contigo mismo y que además no confiesas porque sabes que te van a criticar, te van a decir que no tienes fuerza de voluntad, que no eres firme en tus propósitos y, por tanto, que no eres digno de confianza.

Es una culpa demoledora. En realidad no deberías sentirte así. Este tipo de culpa no sirve para nada, sólo para que te sientas mal contigo mismo. Sin embargo, es muy difícil librarse de ella. Es un ciclo muy común que no se produce sólo por el acto de comer sino porque aquellos alimentos que comemos nos producen dopamina y serotonina, los mismos neurotransmisores que desaparecen cuando los niveles de azúcar en sangre bajan: no soportamos el hambre y nos autoengañamos diciéndonos a nosotros mismos que sólo va a ser un poco, comemos hasta sentirnos saciados e incluso mucho más antes de llegar a esa sensación porque hemos comido tan rápido que la señal de hartazgo ha llegado tarde y después cargamos con un quintal de culpa coincidente con la presión intestinal porque sabes que no sólo has saltado la dieta sino que además te has pasado bien.

Es un ciclo vicioso porque te sientes mal contigo mismo, te repites que no lo vas a volver a hacer pero tu firmeza dura lo que dura tu necesidad de alimento. 

Poco a poco te vas sintiendo peor contigo mismo y además te sientes atrapado porque ves cómo irremediablemente te diriges hacia una espiral que conoces bien donde lo único que ocurre es que te está estrecha la ropa.

Pero hay una forma de utilizar la culpa a tu favor. Es un truco que te ayuda a sentirte mejor contigo mismo y a vencer esa espiral.

Zapatillas rotasLa culpa es tu gran aliada, aunque no lo creas. Lo que falla no es la fuerza del sentimiento sino los propósitos planteados y es que cuando nos sentimos culpables nos decimos: "voy a estar un día sin comer", "voy a comer sólo piña" o "me voy a tirar una semana sin comer pan"... estos propósitos fallan en cuanto nos viene la primera oleada de hambre. Además es un propósito pasivo, no activo. Es un propósito en el que debemos esperar a que nos venga el reto de comer y para entonces ese sentimiento de culpa ya no es tan intenso como justo después de comer.

Cuando sientas culpa, aprovecha para hacer ejercicio. Si es la culpa de recién lleno, vete a caminar y camina tanto como tu culpa te acompañe, camina hasta que dejes de sentir la culpa, hasta que sepas que lo has hecho bien. Ponte tus viejas zapatillas, tus compañeras de batalla y elimina la culpa. Siente cómo a la vez que baja tu hinchazón abdominal, también se reducen esos terribles sentimientos y empieza a amar tu culpa porque te ayuda a amarte a ti mismo... usa la culpa a tu favor, no desperdicies ni un sólo minuto de esta culpa porque no es el sentimiento del fracaso, en absoluto, es el empuje que necesitas para llegar a conseguir tu meta.


¡USA LA CULPA!

jueves, 14 de abril de 2016

¡Lee lee lee!

Resultado de imagen de librosDietas para adelgazar, productos para adelgazar rápido, pastillas para adelgazar, flores de bach para adelgazar... afortunadamente, Internet está lleno de propuestas que pueden ayudarte. Algunas de esas propuestas tienen más éxito que otras pero la mejor forma de conseguir tu propósito es algo tan sencillo como leer.

Cuando lees todas las dietas para adelgazar que encuentras, vas llegando a conclusiones. Por ejemplo, en mi caso he detectado que una buena dieta cuando no se hace ejercicio, podría ser la de reducir e incluso intentar eliminar los hidratos de carbono en favor de las grasas vegetales. Es decir, el bol de leche matutino con cereales podría convertirse en un bol de zumo de naranja con frutos secos crudos tipo almendras, nueces etc. Obtendríamos una energía similar, o incluso puede que mayor energía, sin picos de glucosa, sin ataques de hambre.

Cuando leemos sobre dietas, nos convertimos en sabios de las dietas. A veces encontramos en todas las dietas cosas que sí podríamos incorporar por precio, por gusto propio, porque nos puede resultar más fácil... por cualquiera de estos motivos, el conocer ideas nos va a llevar a intentar experimentarlas y, sin darnos cuenta, acabamos incorporando hábitos derivados de nuestras lecturas.

Por consiguiente, una forma de adelgazar sin ningún esfuerzo es leer todo artículo o libro que encontremos sobre nutrición.